Saulopolis. Mi urbe. Donde todo es posible.
Un lugar para buscar la excelencia sin pretensiones.

12 de febrero de 2015

Volver al principio

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Que divertido resulta volver al principio. Comenzar de nuevo.

Objetivo, reto, lucha. Hacer planes y confiar ciegamente. Cada vez más cabeza. Cada vez más certeza.

Einstein, Isaac Peral, Da Vinci, Jobs. Todos se equivocaban hasta que tuvieron razón. Objetivo, reto, lucha. Confianza. 

Si tuviéramos mejores líderes en nuestro entorno no se vería con malos ojos confiar a la lucha diaria la consecución de retos imposibles para conseguir objetivos ambiciosos.

Sin trabas en el horizonte, todo es posible. Error tras error, acierto garantizado. No te rindas.
18 de octubre de 2014

Concurso de recursos

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Y eso es lo que debería ser competir, lo que tanto nos hace falta para evolucionar.

Lejos de la idea de corta cuellos en Wall Street, competir con uno mismo para alejarse de estados acomodados que nos roban capacidad.

Me encanta ir a "la roquita", ese saliente de lava donde pega el mar y el cielo azul se mezcla con el horizonte azul oscuro del propio océano.

Pero también me gusta dotarme de recursos, intelectuales e intangibles. 

Últimamente me sabe distinto cada despertar. No es un sueño. Lo que parece que está ocurriendo es solo producto de la gran inversión de recursos en generar recursos, Buff!! Que lío... O no.

Tiempo dedicado, ilusión comprometida, confianza prestada, ideas e ideas y más ideas filtradas, desgranadas y consumidas, todo recursos: propios y ajenos.

Teniendo recursos resulta natural conseguir los objetivos. Si encima los recursos son parte de ti mismo, no suponen coste. Más allá del coste de oportunidad que siempre requiere tomar decisiones, claro.

Decisiones. Las hay buenas y malas. Pero debe haberlas constantemente. Lo estático, ni consume ni requiere recursos.

Equivocarse es humano y no existe mejor manera de aprender que pasando por ello. Y aún así, cada fracaso un concurso.

No temas, si tienes los recursos adecuados, podrás participar con garantías en el siguiente concurso de recursos.
15 de septiembre de 2014

Lo que no hicimos

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Si piensas añadir un comentario a todo, me temo que nunca podrás hablar de lo que no hiciste.

Quedará el sabor de lo que no hicimos. Sabor a haber querido y no haber podido. O no haberlo intentado. O no habernos atrevido.

Lo que no hicimos alimenta las críticas más feroces de los que lo cuestionan todo. 

Aunque intento sacar lo mejor de las críticas, algunas no tienen sentido si te las regala quien no ha hecho. Quien no se atrevió y pretende camuflarse entre las iniciativas muertas que alienta con su derrotismo.

Aún cuando todo lo bueno te puede estar ocurriendo, siempre hay quién no quiere verlo. Con los ojos cerrados es más fácil desalentar.

En unos casos, contagias a personas con energía pura, consigues que logren sin haber pensado que era posible. Eres testigo de evoluciones, implosiones, deterioros, avances y retrocesos. Lo que, en conjunto, demuestra que estas haciendo. Intentando.

Esta semana viví momentos tristes y tensos, demasiado. Gente estática, sin inercia ni dinamismo, cercando los avances ajenos con su alambrada de desidia. Desinterés justificado en debilidad acomodada. 

Qué no hiciste?, pensé yo. Qué no hiciste que me atacas sin moverte, energía o motivos.

Si algo quieres, algo haz, se tenaz.
Ya que, 
cuando el tiempo pase, 
la única respuesta que tendrás,
Tres dudas serán:
qué hubiera pasado?
Y si lo hubiera intentado?
Si no confías en tu potencial,
Cuál puede ser el resultado?
24 de agosto de 2014

Meritocracia y fracaso

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Si preguntas lo suficiente, acabarás pensando lo que más te contestan: "la vida es injusta". O no.

Cuando los éxitos llegan gracias a la contribución de cualquier medio, propio o ajeno, que no tiene que ver con la estrategia y el esfuerzo, la gente acaba pensando que un fracaso es injusto.

Cuando el éxito llega a través de el uso de la estrategia, el esfuerzo y la humildad necesaria para digerir los fracasos del camino, la gente acaba hablando de justicia y meritocracia.

El común denominador de los fracasos empresariales es la falta de visión estratégica, el enamoramiento de la idea del proyecto, la mala planificación financiera y la negligente gestión de los recursos.

Observa lo suficiente. El patrón se repite.

Intenta advertirlo y el malo eres tú. Preferible un fracaso lleno de culpables bien identificados que un éxito lleno de aportaciones ajenas y anónimas. La España dual de siempre.

Y por todo ello, aprende a escuchar o abraza el fracaso. Levanta la vista y agacha la cabeza. Disfruta luchando o llora culpando.

Necesitamos aprender de nuestros fracasos para merecer dar el siguiente paso.


23 de julio de 2014

Empatía subyacente

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Me sorprende reconocer que la idea de vender siempre ha supuesto un reto.

A puerta fría, intimida. Por muy buena que sea la propuesta, el interlocutor no deja de estar a la defensiva.

Aún así, tocándome el ataque, el miedo al rechazo intenta asomarse a ver que tal. Oximoron de intenciones.

Otra cosa distinta es que se acerquen en busca de tu producto. A la defensiva parece que esta uno, bajo el escrutinio inquisitivo.

Y mi favorita es la que ocurre pero no se tiene en cuenta. La que es producto de la empatía subyacente.

Una mirada, una venta. Lo mejor de todo es que no hablo de dinero, hablo de compromiso.

Vender compromiso a los demás es un riesgo. Lo pueden tomar o no quererlo, como todas las demás cosas a la venta.

La diferencia es que el compromiso que vendemos solo se compra si generamos empatía. Para vender más, ya sea ideas o servicios, menos agresividad y más empatía. A cualquier nivel.